martes, 8 de febrero de 2011

'EL REGRESO': MÁS CINE COMO ESTE, POR FAVOR.




Hay películas imprescindibles. Memoria de lo que fue la España más negra de la dictadura. Lo es ‘EL REGRESO’, esta road movie mezcla de ficción y documental de Nonio Parejo, con Juan Goytisolo revisitando la provincia de Almería cincuenta años después de la publicación de ‘Campos de Níjar’: un ejercicio de contrastes de enorme valor divulgativo. Y de gran emoción para cualquier espectador mínimamente sensible.
En ella vemos cómo el paso del tiempo es inexorable, para bien y para mal: para bien porque afortunadamente ha desaparecido -gracias al esfuerzo común- lo que hace cincuenta años era una realidad insultante: la miseria, el hambre y la incultura habitaban el paisaje de extraña belleza de la provincia andaluza descrito con adusta y milimétrica precisión por el autor viajero protagonista; para mal porque ahora el lugar que fuera foco de intensiva emigración por esas razones, se ha convertido en punto de destino para inmigrantes magrebíes y subsaharianos que, a pesar de los esfuerzos de tantas iniciativas, viven en unas condiciones lamentables; para bien porque ahora sus responsables y usuarios pueden sentirse orgullosos de la universidad pública que dirigen y disfrutan; para mal porque una parte de ese bello territorio ha sido literalmente destrozado por el urbanismo salvaje (el hotel Algarrobico de Carboneras es solo un horroroso ejemplo) y la explotación agraria desmedida.
Juan Goytisolo ‘descubre’ Almería obligado por el ineludible período de servicio militar que tiene que cumplir en un cuartel de la provincia a principios de los años cincuenta. Miembro de una familia burguesa de Barcelona, con estudios universitarios, ejerce allí de suboficial. Es el contacto con reclutas analfabetos que le piden redactar cartas a familiares y amigos lo que pone ante su mirada un aspecto inédito de la dictadura: la brutal miseria en la que se hallan sus compatriotas del sur de la península. Si bien él y su entorno conocían, claro está, el acoso policial en la Barcelona de la época, el impacto que le produce semejante realidad de atraso grosero en el sur de España hace que prenda en el autor el interés por regresar. Lo hará más tarde en tres ocasiones, antes de la publicación de su libro: primero, en 1.957; luego, en 1.958; y después con Vicente Aranda, autor de las fotografías que ilustran el texto. ‘Campos de Níjar’ es, no obstante, la fusión literaria de los tres viajes.

Parejo, Aranda y Goytisolo presentando la película en Sevilla

A poco de empezar la película, mientras Parejo mueve la cámara con suaves travellings desde el coche para describirnos el agreste paisaje, hay dos reflexiones del escritor dignas de consideración: el debate intelectual, no resuelto nunca por él, entre la admiración por la belleza de un lugar y la indignación moral que produce ver la miseria de las personas que lo habitan. E, igualmente, la decisión íntima y personal de que ‘la patria chica la elige uno’: es sabido que el autor eligió Almería, y desde hace mucho tiempo procura visitarla una vez al año.
‘EL REGRESO’ dedica sus primeros veinte minutos a La Chanca, el popular barrio de la ciudad de Almería, para luego pasar propiamente a Níjar, Sierra de Gata y, finalmente, a Carboneras. Toda la película es un interesantísimo viaje a cuyo recorrido van sumándose fotógrafos, pintores, historiadores, editores, políticos y maestros que, por distintas razones, van aportando comentarios enriquecedores a la narración paralela de la voz en off del autor leyendo pasajes del libro y a la puesta en escena de determinadas secuencias del viaje del escritor hace cincuenta años.
La constante y permanente mención a Barcelona como tierra prometida -‘donde los patronos dan trabajo y no se pasa hambre’, se oye decir-, evocación de un futuro mejor que sobrevuela toda esa parte de ficción en blanco y negro en la que el joven escritor se encuentra ante situaciones verdaderamente dramáticas. Y el encuentro en un bar, cuando el cacique y el guardia civil del pueblo interrumpen las quejas de un paisano ante el forastero. Hay incluso un cruce temporal presente-pasado, visualmente muy bien resuelto por Nonio Parejo, cuando Goytisolo recuerda su encuentro con un pobre recolector de higos de tuna: sobrecogedora representación cinematográfica de la miseria física y moral de una época.
Interesantísimo todo: especialmente elocuente y divertido el encuentro del escritor, tantísimos años después, con Vicente Aranda, autor de las fotos del libro. Cuenta el director de cine anécdotas como la del inesperado cruce en un camino con un guardia civil y su mujer, y la sorpresa de ver que era ella la que llevaba el tricornio. O, con la sensación de sentirse vigilado durante todo el viaje, la prueba que hacía de poner un pelo en la cerradura de su maleta (algo que había visto en un film de James Bond) para saber si, en su ausencia de la pensión, se la habían abierto: siempre –cuenta Aranda-, alguien había hurgado en sus cosas. Todo ello a cuento de algo realmente serio: la sensación de país ocupado.
La película acaba con una secuencia en la que se nos muestra la charla-encuentro de Goytisolo con alumnos del IES que lleva su nombre en Carboneras, tras la lectura de un pasaje de su libro por parte del maestro Pepe Esteban. Durante ella, el escritor cuenta que entendía lo que escribía entonces como literatura de combate: hechos, circunstancias y realidades que la prensa -toda oficial- se encargaba de ocultar. Y que, en primera instancia, había tenido como un triunfo el juego con el censor de turno para que no pudiera tachar ni una coma de su texto, y que luego, al darse cuenta de que había ejercido de censor de sí mismo, consideró un fracaso haberlo conseguido. Desde ese momento –nos cuenta Goytisolo-, todo lo que escribió lo hizo sintiéndose libre: a cambio, naturalmente, sus libro fueron prohibidos.
Se nota que el director ha hecho un enorme esfuerzo por aprovechar bien un ajustado presupuesto, al que, no obstante, ha sabido sacar mucho partido.
Había escuchado y leído cosas buenas sobre esta película. Al verla ahora, he de decir que me ha conmovido. Más cine como este, por favor.



   

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